miércoles, 24 de diciembre de 2008
Fotografía Patricia Diaz
¿Felicidades? Mi deseo para este tiempo tuyo es otro. Mi deseo es, en cambio, que te sientas libre de tener que, forzosamente, SER Feliz. Porque la Felicidad no puede decretarse. (¡Qué descanso no “tener que” ser felices! De hecho, conminarnos a ser felices en general gesta frustración y desasosiego...) Mi deseo, entonces, NO es: “QUE SEAS Feliz en estas Fiestas.” Mi deseo es, en cambio, más breve:
“Que Seas”
Siendo, simplemente, de verdad, podrás estar atento a lo que sucede dentro tuyo y, en lo que esté a tu alcance, respetarte tu deseo de compañía, tu necesidad de soledad, tus ganas de reír, tu espacio para la añoranza... Y, al no forzarte, una parte tuya observará ese paisaje interno, viéndolo compasivamente también en los demás: el esfuerzo de cada uno, -erróneo o no-, por Ser, aún no sabiendo cómo; todos transitamos en tinieblas. Sin embargo, como los peces del fondo más oscuro del mar, estamos llamados a crear ojos luminosos que nos permitan VER.
¿La Felicidad?. La Felicidad es como una pájara sencilla que se aleja cuanto más queremos que se acerque. Hagámosle un nido para qu e, si quiere, tenga espacio en nuestro pecho, cuando ella lo elija, sin forzarla, sin forzarnos. Y mejor no hablemos tanto de ella. Tal como en ciertas religiones el nombre de su Dios no se menciona, para honrarlo, así los antiguos que gestaron nuestro idioma le adjudicaron un no-nombre a la Felicidad, para no profanarla, para no ahuyentarla con superficialidades: le llamaron “la dicha”. O sea, “la que ya dijimos; ahora, no la sigamos nombrando. Si podemos, vivámosla.” De a sorbos o de a tragos. La dicha disponible: la que haya. Renunciando gentilmente a “la que quisiéramos que fuese”, tal vez tenga espacio donde anidar. Ese espacio se llama Aquí y Ahora. ¡Que así sea para todos nosotros!
(Extraído del artículo “La no –felicidad” por Virginia Ewel – Centro Transpersonal)
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